La semana de turismo vino mi madre. Estuvimos juntas siete días, las 24 horas de cada día. Hablamos. Habló más ella que yo. Yo no soy particularmente habladora, especialmente por las mañanas o luego de almorzar. Escuchamos tango y ella cantó algunos. Desde que nací es la primera vez que estoy sola con mi madre. Antes estaban mis hermanas y mi padre. Siempre estaban juntos mis padres, inseparables. Estuvieron juntos por 40 años. La semana pasó. Mi madre ya no está conmigo y me queda esa sensación de cosas que no hicimos juntas, de te quieros que no se dijeron lo suficiente.
LOS VIEJOS SE VAN (Evaristo Carriego)
¿No te da tristeza? Bueno,
a mí no sé qué me da...
¡Se van los viejos! Los pobres
poquito a poco se van.
Y se van tan despacito
que ni lo sienten; ¿será
el consuelo de saber
que se habrán de ir en paz?
¡Ah, todo es inútil: nada .
los detendrá! ¿ Pasarán
este otoño, o el invierno
otra vez los hallará
contándonos por las noches
cosas de la mocedad?
Y cuando no estén, ¿durante
cuánto tiempo aún se oirá
su voz querida en la casa
desierta?
¿Cómo serán
en el recuerdo las caras
que ya no veremos más?
¡Que ya no veremos!...¿Nunca
se te ha ocurrido pensar
en el silencio que dejan
aquellos que se nos van?
Y en nosotros mismos, piensas
alguna vez, ¿es verdad?
En nosotros, que también
nos tendremos que callar.
Cuando nos llegue la hora
como a los viejos, ¿habrá
para nosotros la dulce
confortación familiar
que tanto alivia? ¿ Qué labio
piadoso nos besará?
¿Nos sentiremos muy solos?
¿Y nos iremos en paz?
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