lunes, noviembre 23, 2009

Cómo sobrevivir al encuentro de dos despistadas



El jueves pasado (12 de noviembre), luego de varios intentos fallidos, pude finalmente encontrarme con Silvia. Una agradable tarde en la ciudad de Montevideo, que incluyó diálogo verdadero, discusiones sobre literatura, psicología y desasosiegos varios. Claro, con Silvia el paquete cultural es siempre completo, para qué quedarnos con discusiones metafísicas y metacharla si podíamos finalizar con un vernissage y de paso aprender sobre el nuevo estilo de pintura italiano denominado "metropolismo".
Pero no es sobre eso que quiero escribirles, sino de cómo dos personas completamente despistadas, distraídas y atolondradas sobrevivimos a la vida, sin morir en el intento o provocar desastres varios…bueno, de hecho algunos desastres he provocado (y creo que Silvia también), pero eso no viene a colación en este momento.
No solamente vivimos como “perdidas en nuestro mundo” sino que además somos miopes y yo casi sorda, por lo que el nivel de peligro humano que podemos llegar a ser juntas es incalculable.
No había recordado que era tan distraída hasta que pasé ese jueves con Silvia, pero como ahora, los años me atropellan y me estoy convirtiendo en una persona más contemplativa que activa, la he observado y veo casi un reflejo de mi forma de ser.
Yo creo que nos autoconvencemos (al menos yo lo intento) que nuestra inteligencia emocional y racional es tan elevada que “las pequeñas cosas de la vida” son insignificantes y, por tanto, bien vale la pena olvidarse de ellas...aunque sea el sacarse las pantuflas y ponerse los zapatos de tacos. He protagonizado alguna que otra escena absurda en algún hotel de cinco estrellas, en ocasión de algunos talleres que participé en el exterior…pero ¿qué hacer sino tomarlo como una más de mis chapetonadas (esa palabra es de mi madre).
Lo que realmente me conmueve es reconocer, hasta en las más sutiles nimiedades, la misma forma de ser despistada, incluso, en la forma para nada ordenada de guardar el dinero en la billetera y, por ese desorden causado por el poco orden de vivir, confundirnos los billetes por los colores.
Lo extraño es, que a pesar de todo, cuando me reconozco en la forma de ser de Silvia, no dejo de pensar que habemos algunas personas muy especiales en este mundo, que de tan profundas…nos hacen olvidar las más superficiales cosas de la vida…aunque no nos vendría nada mal un “manual de supervivencia”.

PD: Aquí el link de un artículo sobre el artista que fuimos a ver: http://carlos-santiago.lacoctelera.net/categoria/los-amigos

domingo, noviembre 22, 2009

Te espero (Mario Benedetti)



Te espero

Te espero cuando la noche se haga día,
suspiros de esperanzas ya perdidas.
No creo que vengas, lo sé,
sé que no vendrás.
Sé que la distancia te hiere,
sé que las noches son más frías,
sé que ya no estás.
Creo saber todo de ti.
Sé que el día de pronto se te hace noche:
sé que sueñas con mi amor, pero no lo dices,
sé que soy un idiota al esperarte,
pues sé que no vendrás.
Te espero cuando miremos al cielo de noche:
tu allá, yo aquí, añorando aquellos días
en los que un beso marcó la despedida,
quizás por el resto de nuestras vidas.
Es triste hablar así.
Cuando el día se me hace de noche,
y la luna oculta ese sol tan radiante,
me siento sólo, lo sé;
nunca supe de nada tanto en mi vida,
solo sé que me encuentro muy sólo,
Y que no estoy allí.
Mis disculpas por sentir así,
nunca mi intención ha sido ofenderte.
Nunca soñé con quererte,
ni con sentirme así.
Mi aire se acaba como agua en el desierto,
mi vida se acorta pues no te llevo dentro.
Mi esperanza de vivir eres tu,
y no estoy allí.
¿Por qué no estoy allí?, te preguntarás...
¿Por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti?
Porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí,
porque todas las noches me torturo pensando en ti.
¿Por qué no sólo me olvido de ti?
¿Por qué no vivo sólo así?
¿Por qué no sólo...?



Grandes..."Grandes são os desertos, e tudo é deserto"



Álvaro de Campos

Grandes

Grandes são os desertos, e tudo é deserto.
Não são algumas toneladas de pedras ou tijolos ao alto
Que disfarçam o solo, o tal solo que é tudo.
Grandes são os desertos e as almas desertas e grandes
Desertas porque não passa por elas senão elas mesmas,
Grandes porque de ali se vê tudo, e tudo morreu.
Grandes são os desertos, minha alma!
Grandes são os desertos.

Não tirei bilhete para a vida,
Errei a porta do sentimento,
Não houve vontade ou ocasião que eu não perdesse.
Hoje não me resta, em vésperas de viagem,
Com a mala aberta esperando a arrumação adiada,
Sentado na cadeira em companhia com as camisas que não cabem,
Hoje não me resta (à parte o incômodo de estar assim sentado)
Senão saber isto:
Grandes são os desertos, e tudo é deserto.
Grande é a vida, e não vale a pena haver vida,

Arrumo melhor a mala com os olhos de pensar em arrumar
Que com arrumação das mãos factícias (e creio que digo bem)
Acendo o cigarro para adiar a viagem,
Para adiar todas as viagens.
Para adiar o universo inteiro.

Volta amanhã, realidade!
Basta por hoje, gentes!
Adia-te, presente absoluto!
Mais vale não ser que ser assim.

Comprem chocolates à criança a quem sucedi por erro,
E tirem a tabuleta porque amanhã é infinito.

Mas tenho que arrumar mala,
Tenho por força que arrumar a mala,
A mala.

Não posso levar as camisas na hipótese e a mala na razão.
Sim, toda a vida tenho tido que arrumar a mala.
Mas também, toda a vida, tenho ficado sentado sobre o canto das camisas empilhadas,
A ruminar, como um boi que não chegou a Ápis, destino.

Tenho que arrumar a mala de ser.
Tenho que existir a arrumar malas.
A cinza do cigarro cai sobre a camisa de cima do monte.
Olho para o lado, verifico que estou a dormir.
Sei só que tenho que arrumar a mala,
E que os desertos são grandes e tudo é deserto,
E qualquer parábola a respeito disto, mas dessa é que já me esqueci.

Ergo-me de repente todos os Césares.
Vou definitivamente arrumar a mala.
Arre, hei de arrumá-la e fechá-la;
Hei de vê-la levar de aqui,
Hei de existir independentemente dela.

Grandes são os desertos e tudo é deserto,
Salvo erro, naturalmente.
Pobre da alma humana com oásis só no deserto ao lado!

Mais vale arrumar a mala.
Fim.




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sábado, noviembre 21, 2009

Entre vientos y plátanos

Avanza la noche, como el cansancio pesa en mis párpados. Miro por la ventana, la misma que me ha acompañado en mis noches insomnes, pero esta vez necesito estar despierta. No hay nadie en la calle. Las hojas de los plátanos se mecen suavemente en la brisa casi veraniega. Una bolsa blanca cruza la calle San José y como si vida propia tuviese, se detiene justo cuando el semáforo se vuelve rojo vivo. El taxi le da paso y como bolsa que es, en un pequeño desliz de viento, continúa su deambular zigzagueante, efímero y sin rumbo por la calle Convención...Ya no la veo, no conoceré su destino final, si es que alguno tiene.
Avanza la noche, mis párpados están cansados. Todo duerme...

lunes, noviembre 16, 2009

Depresión y creación literaria


Antes del artículo, un pequeño trozo de mi escritor depresivamente favorito, Fernando Pessoa:

PAISAJE DE LLUVIA
"En cada gota de lluvia mi vida fracasada llora en la naturaleza. Hay algo de mi desasosiego en el goteo, en el aguacero tras aguacero con que la tristeza del día se vierte inútilmente /por/ sobre la tierra. Llueve tanto, tanto. Mi alma está húmeda de oírlo. Tanto... Mi carne es líquida y aguanosa alrededor de mi sensación de ella. Un frío desasosegado pone unas manos gélidas alrededor de mi pobre corazón. Las horas cenicientas y (...) se prolongan, se aplanan con el tiempo; los instantes se arrastran. ¡Cómo llueve!
Los canalones vomitan torrentes mínimos de aguas siempre súbitas. Baja por / mi saber/ que hay alcantarillas un ruido perturbador de bajada de agua. Golpea contra la ventana, indolente gemidoramente la lluvia; en la (...) Una mano fría me aprieta la garganta y no me deja respirar la vida. ¡Todo muere en mí, incluso el saber que puedo soñar! De ninguna manera física estoy bien. Todas las blanduras en que me reclino tienen aristas para mi alma. Todas las miradas hacia donde miro están tan a oscuras de golpearías esta luz empobrecida del día que se muere sin dolor."
...................................................................................
La depresión no es una entidad nosológica, es un estado que adquiere una especificidad y una forma de expresarse propias para cada sujeto. Sin embargo, de una manera que comparten todos los humanos, la depresión expresa una cierta relación al tiempo y a la muerte, a la vida en su mortalidad, a la dimensión trágica de la existencia... Si la escritura tiene un lazo profundo con la depresión es porque permite poner a distancia la representación de este otro muerto, es decir su propia muerte

La desdicha de vivir ha sido siempre un componente de la condición humana. Bajo diversos diagnósticos –taedium vitae, distimia, melancolía, neurastenia– son siempre los mismos síntomas que perduran. Desde la mitad del siglo pasado, se los designa bajo el concepto de depresión. Terrible y repentina noche del alma que se abate a mansalva y que cuando es vivenciada crea mucho temor. Los estragos que provoca el estado depresivo en el sujeto, son tanto más considerables cuanto que se presentan en una sociedad fragilizada por la emergencia del individualismo.

La depresión no es una enfermedad nueva, pues ya Hipócrates (siglo V a. C.) se refería a ella describiendo los efectos de la bilis negra, pero lo que sí es seguro, siempre respecto a occidente, es que nuestro modo de vida actual, tan despersonalizado, tan competitivo, tan desarraigado, es un caldo de cultivo muy adecuado para que se generen las alteraciones que encuadramos como depresión.

Pero la depresión es menos fatal de lo que parece. Ciertos psicoanalistas descubren sus beneficios en determinados pacientes. Algunos escritores relatan testimonios de estos estados que son verdaderas obras de arte. Es la connivencia entre la depresión y la creación artística que este artículo busca mostrar.

Depresión y creación.

El psicoanálisis afirma que la depresión es un estado de aniquilamiento del sujeto, de su condición deseante. La observación de una persona afectada de depresión nos revela a un sujeto en el cual su capacidad de creación y producción parecen disminuidas y, a veces, anuladas. La vivencia subjetiva de los estados depresivos corresponde a la anulación de todo deseo y de todo placer que recubre hasta los mínimos actos de la vida cotidiana. Es un estado que invade tanto el cuerpo como el pensamiento, acompañado de un sentimiento de desesperación, revelado en una experiencia de absoluta aniquilación de sí mismo.

Tal experiencia se describe por aquel que la vive, como una lenta desaparición de su ser. La depresión es una enfermedad de lo humano que deshumaniza. Afecta el cuerpo del sujeto que poco a poco pierde la expresión de su cara, sus gestos, la palabra, e incluso la voz; se transforma y pierde vitalidad. Es un estado extremo próximo a la agonía, en donde la vida no consigue ser matada.

Ahora bien, ¿cómo es posible imaginar que puede existir una actividad de creación en la depresión? Para aquel que la conoce, la depresión es indescriptible y solo puede ser evocada por medio de metáforas: “es una fuerza oscura”, “un caos”, “un desmoronamiento”, “una inmersión”, “un descenso al infierno”, “un naufragio”, “la caída en el fondo de un pozo”.

La depresión no es una entidad nosológica, es un estado que adquiere una especificidad y una forma de expresarse propias para cada sujeto que la sufre. Sin embargo, de una manera que comparten todos los humanos, la depresión expresa una cierta relación al tiempo y a la muerte, a la vida en su mortalidad, a la dimensión trágica de la existencia.

Cualquiera sea la forma de sus manifestaciones psíquicas y somáticas, la depresión tiene relación con la melancolía. Freud la define como “un estado de ánimo profundamente doloroso, una suspensión del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de todas las funciones y la disminución de la autoestima” (Duelo y melancolía). Contrariamente al duelo, en el cual el sujeto lamenta la pérdida de un objeto o de un ser querido, el melancólico se queja de una pérdida que le concierne a sí mismo, a su yo. De allí la relación estrecha de la melancolía con el narcisismo.

No es sorprendente, entonces, encontrar evocaciones de la depresión y de experiencias depresivas en la literatura de estilo autobiográfica, relatos de vida, diarios íntimos, o novelas cuyo valor de ficción es escaso. La mayoría de estas obras, son relatos de una experiencia depresiva en donde el autor intenta reconstituir las etapas de esta experiencia, confiriendo así a la escritura, un valor reparador y de sustitución.

Para encontrar los vínculos con el otro que han sido dañados o perdidos, el sujeto trata de volver al momento original, unir los fragmentos, y con ello reconstruir una versión que sustituya a la anterior que había sido destruida. Con esta nueva historia, el sujeto toma posesión de su vida. Entrar en posesión de su historia, de su vida es encontrar un objeto perdido, pero es también recuperar las antiguas huellas mnémicas con su cuota de dolor y sufrimiento. En estas historias el sujeto relata su relación íntima con el otro muerto que anida en él, que lo persigue y lo acosa en su vida cotidiana, empujándolo a realizar actos autodestructivos, hasta el acto final: el suicidio.

El sujeto depresivo guarda en su interior un otro mortífero con el cual está en diálogo permanente y que lo invita a dejar este mundo de lágrimas, en donde nadie lo quiere, nadie se ocupa de él y cuyo destino es solo la soledad y el sufrimiento. En este diálogo mortal el sujeto es invitado por este otro, -extraño a su yo, pero íntimo- al suicidio con la promesa de una tranquilidad duradera, sin darse cuenta que la muerte es irreversible y sin retorno. La depresión es una experiencia de cierta fascinación por la dulce promesa de un paraíso de paz que surge del otro muerto que el sujeto esconde en su intimidad.

Si la escritura tiene un lazo profundo con la depresión es porque permite poner a distancia la representación de este otro muerto, es decir su propia muerte.

Chateaubriand, al cambiar las memorias de su vida, por las memorias de más allá de la tumba, encontró una figura paradigmática, -“la ultratumba”- para expresar esta postura del escritor, esta anticipación de la muerte que pone en escena la literatura.

Proust, Leiris, Beckett y otros escriben este frente a frente con la muerte que permite, una cierta exaltación de la vida. Ciertamente, es una posición narcisista la de aquel que juega con su imagen de muerto, pero no es un narcisismo mortífero, puesto que permite la distancia surgida de la elaboración de la escritura. En la mayoría de los escritores es posible observar dos tipos de escritura: una producción íntima que acentúa su posición depresiva y una creación novelada o poética que pone a distancia este cara a cara con el otro muerto.

El diario de Virginia Woolf está lleno de quejas depresivas que la condujeron al suicidio por inmersión en un lago. Incluían, migrañas, incapacidad de escribir, deseo de estar en otro lugar, todas estas lamentaciones, fueron censuradas por su marido Leonard, que de los veintiséis cuadernos, publicó solo su “diario de escritora”, relacionado con su trabajo de escritura. En este acto de censura del marido, se observa una fundamental incomprensión de aquello que está en el origen mismo de la obra artística.

La queja y los lamentos melancólicos son la fuente en donde el escritor encuentra los motivos para enfrentar al otro muerto y triunfar sobre él a través de una obra y no del acto maníaco suicidario.

Kafka, en su diario, también analiza los efectos de esta dualidad que siente en él, y la supervivencia que le toca al escritor: “Aquel que, en su vida, no llega a triunfar necesita una de sus manos para separar la desesperación que le causa su destino – aunque lo consigue imperfectamente- y de la otra mano para registrar lo que percibe bajo los escombros, puesto que él ve una cosa distinta que los otros, él está, entonces, muerto en vida y no es, esencialmente, más que su sobreviviente” (19/10/1915).

Esta impresión de desdoblamiento, dolorosamente vivida por el sujeto deprimido, lo lleva a creerse psicótico, o a un estado límite cuando la obra que está escribiendo se refiere a una duplicación entre actor y observador, yo y otro, como sucede en Aurelia de Nerval o en Horla de Maupassant.

William Styron, escritor inglés autor de Frente a las tinieblas y La decisión de Sofia, entre otras obras, describe sus síntomas depresivos como una sensación permanente de estar escoltado por un segundo yo, un observador fantasmático que no comparte la demencia de su doble. Es capaz de observar con una curiosidad objetiva mientras que su compañero lucha para impedir el desastre inminente o toma la decisión de abandonarse al abismo. Esta descripción resume patéticamente el drama del hombre desgarrado, “yo como otro”.

Es a partir de este desdoblamiento que se puede interrogar las relaciones de la escritura y la depresión, y con ello, la posibilidad misma de escribir la depresión. Tal duplicación permite al escritor hacer la crónica de su enfermedad y describir su cuadro clínico a través de la obra artística.
Pero la depresión se caracteriza, con frecuencia, por la inhibición intelectual, sexual y creadora. El escritor conoce estos momentos, y suele hacer de estos períodos de incapacidad de escribir el fundamento mismo de su escritura. La relación de la escritura a su imposibilidad es un topos de la literatura contemporánea.
“¿Qué es lo que crees que ocurre a un hombre -decía Hemingway cuando se da cuenta que nunca podrá escribir los libros y cuentos que se proponía escribir? Si no puedo existir en mi propio estilo, entonces la existencia es imposible para mí, ¿comprendes?”
Así es como he vivido y así es como debo vivir-o morir.

El escritor vive con su depresividad que, con frecuencia, es la condición misma de la creatividad, a tal punto que habría que preguntarse si la creación no es una depresión.
No hay que olvidar tampoco que muchos escritores depresivos han terminado en el suicidio. Entre la depresión y la creación hay un lazo muy fuerte “a la vida y a la muerte”.




sábado, noviembre 14, 2009

Cruciâmentum




Sueños reales,
entelequias creadas,
pesadillas que paren lo profundamente oculto
en la inconciencia,
agigantan diminutas y venenosas serpientes,
lloran tristezas ensangrentadas
por una herida abierta
de puerta en puente.

Le dan vida a las parcas,
muertas de sed de amor,
de amar, de mar,
de amarillos dientes,
arrugadas frentes,
ahogadas en el gran manantial,
origen,
afluente de las aguas que separan los mares.

Desalientan la respiración del futuro,
conjuran para excomulgar a las brujas,
ahogadas, profanadas, canonizadas,
para siempre, por siempre,
de por vida.

Hacen creer en nada,
manada hermanada de la locura,
profunda,
negra de pozo oscuro,
que calla al oráculo,
desvirtúa virtudes,
plenitudes del alma,
que se calman
en la cama
de la muerte.

Por palabras masticadas, engullidas,
germinadas en cenizas de polvo
del origen de los tiempos,
que parten las partes sensibles
de la coraza del corazón latente,
de zapateos parados,
en espera,
en la calle
donde yace lentamente
su vida. Esa.
Verdadera,
útero de noches irradiadas de soles.

Lágrimas secadas en la ventana,
aguas saladas de lluvia deshidratada,
que derraman los sueños reales.
entelequias creadas,
pesadillas que paren lo profundamente oculto
en la inconciencia sentenciada.

viernes, noviembre 13, 2009

"dar lo que no se tiene a alguien que no lo es"

Necesidad, Demanda y Deseo

La necesidad animal implica un organismo en relación directa con su objeto.
Par el hablante esta relación aparece perturbada porque la necesidad debe pasar por el molino de las palabras. En rigor, esto no describe un momento evolutivo, puesto que el lenguaje preexiste al sujeto desde el punto de vista lógico. A los fines de explicación supongamos un sujeto mítico signado por la necesidad que en su camino hacia el objeto se encontrará con el lenguaje. Estará obligado a pedir, a demandar. Hasta sus descargas motrices serán sancionadas como demandas. Lo que podemos decir es que toda respuestas a una demanda implica lenguaje, así como la demanda misma.
La demanda es una articulación significante, el sujeto queda a merced del poder de la lectura del Otro.
La demanda da siempre en el blanco: en el lugar de la falta en el Otro
Esta falta la podemos evocar cuando decíamos que el Otro es el tesoro del significante y no un código de signos.
En toda articulación de una demanda cae un resto : el objeto a, lo que no se articula en toda articulación significante. Este objeto se produce cada vez que se habla, es pura pérdida y no es la pérdida de un objeto que alguna vez estuvo.
La diferencia entre la demanda (D) y la necesidad da por resultado el deseo (d), que tiene su causa en el objeto a. este objeto no está adelante del deseo, por el contrario es la causa del deseo. No es el señuelo del deseo, es la causa, la causa perdida.
Tanto el demandante como el demandado (el que encarna el lugar del Otro) por su sujeción a la demanda se encuentran confrontados con la falta. El primero, por lo que pierde al tener que hacer pasar su necesidad por el desfiladero del significante. El segundo porque más allá de la demanda tendría que responder al deseo.
El que demanda apela a la incondicionalidad del Otro, esto es, a que no esté condicionado por ninguna ley. Lo que encuentra es la condición absoluta que es la ley del deseo. Más allá de la particularidad de cada demanda, ese pedido de incondicionalidad es pedido de amor. El amor aparece aquí ligado al narcisismo y encubriendo la falta. Por el lado del Otro se trataría de dar justamente lo que no tiene. La fórmula lacaniana del amor es justamente : dar lo que no se tiene a alguien que no lo es. El don de amor es una de las respuestas posibles, el otro es el rechazo de la demanda. La única posibilidad entonces que se despliegue el campo del amor es precisamente que haya una falta.
Si la causa del deseo se produce por efecto del significante, es en el Otro, en tanto tesoro del significante, donde estará planteada la cuestión de la causa ; este es el soporte teórico de la sentencia lacaniana : el deseo es el deseo del Otro.
Aun cuando el lugar del Otro esté encarnado por otro sujeto, nunca puede haber verdaderamente intersubjetividades (relación entre sujetos) ya que ambos sujetos no pueden ser tales sin estar referidos al Otro.

miércoles, noviembre 11, 2009

De Berna a Paris, un viaje repleto de comas...

Existen esos momentos en la viva que son absolutamente sublimes: el enamorarse, el sufrir por ese amor que tuvo su ciclo y debió terminar, el escuchar la voz de un amigo que hacía tiempo no compartías, la posibilidad de reencontrarlo en pocas horas, observar (en silencio) interactuar a una familia que proyecta amor, reencontrar lugares que nos transformaron, probar que no existen límites para el conocimiento, sobrevivir a un portazo, saber decir que no a un nuevo amor porque el autoamarse exige mucho más que el amar, decir sí a los desafíos, creer en lo imposible, no perderse en una ciudad desconocida, planear vacaciones y darse cuenta que precisamente coinciden con la de ese amigo que estuvo tan lejos y que estará a unos pocos kilómetros, sentir la brisa del viento entrar por la ventana y recordar el gélido frío en el Palacio de Versalles, recorrer las calles de Montmartre, creer por instantes que en algún momento, en el espacio/tiempo hice parte de esas calles de piedra, querer volver, pero sin querer hacerlo, nuevos reencuentros, rostros antiguos queridos, calles, plazas, bancos, puentes, crêpes, muchedumbre, láminas, museos, estatuas, cafés, olores, rostros, fondues, vino, luces, palabras en alemán, francés, inglés, italiano, árabe.
Luego vino el regreso y yo que creía tanto ser un ser sin lugar, una plastilina que se adapta al molde de cualquier niño, sentí como una alegría de ver la costa querida de siempre, el olor a la casa de D..., la inteligencia de N..., el “a pesar de todo” de M..., recorrer la Plaza Independencia…volver a ser lo que fui hace diez días, pero sin embargo, ya sin poder serlo…


Babel's...


  ...
body
tourne en rond,
se tourne, contourne,
s'éfface en face,
del roto espejo,
de un reflejo opaco,
y se olvida,
da calma do nada
projeta o que vê,
 mas olhos nao tem,
es glaubt nicht,
 es verschwindet,
es ist nicht.

lunes, noviembre 09, 2009

Lo absurdo...

“Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece. Su roca es su cosa. Del mismo modo, el hombre absurdo, cuando contempla su tormento, hace callar a todos los ídolos. En el universo vuelto de pronto a su silencio se alzan las mil vocecitas maravillosas de la tierra. Llamamientos inconscientes y secretos, invitaciones de todos los rostros constituyen el reverso necesario y el premio de la victoria.
No hay ni sol ni sombra y es necesario conocer la noche.
El hombre absurdo dice que sí y su esfuerzo no terminará nunca. Si hay un destino personal, no hay un destino superior, o, por lo menos, no hay más que uno al que juzga fatal y despreciable. Por lo demás sabe que es dueño de sus días. En ese instante sutil en que el hombre vuelve sobre su vida, como Sísifo vuelve hacia su roca, en ese ligero giro, contempla esa serie de actos desvinculados que se convierte en su destino,creado por él, unido bajo la mirada de su memoria y pronto sellado por su muerte.
Así, persuadido del origen enteramente humano de todo lo que es humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está siempre en marcha.
La roca sigue rodando.”
Albert Camus

Risas en un funeral

Me desperté de la siesta transpirando. Nuevamente una pesadilla con mi padre. Bueno, en realidad no son pesadillas, simplemente él está presente, pero mi conciente atropella mi inconciente y hasta en los sueños sé que está por morirse. Este sueño fue particularmente enredado, sin sentido, nexo, ni plexo...pero estaba papá. Y que esté mi viejo siempre resulta en un despertar dramático. Lo abrazaba y sentía su delgadez de cáncer.
Cuando finalmente volví al mundo real, quería abrazarlo nuevamente, escuchar su voz pausada de hombre sabio de vida, mirarle a los ojos y decirle lo mucho que lo extraño.
Volvió en mi la carga de vivir; ya eran dos días que no me sentía bien y me causó temor. Temor a la recaida.
Recordé que tenía una película muy recomendada por varios amigos "Death at a Funeral", que a pesar de su nombre es una comedia.
Comencé a mirarla, sin expectativas (como ocurre cada vez que me siento mal), pero a medida que pasaban las escenas, el humor británico logró desconectarme de la tristeza, hacerme reir y sentirme mejor. Ya no hay tanta tristeza en mi ahora, ya no está el temor al dolor de existir. Me siento bien y eso siempre es bueno.
!Gracias Claudia, Joel y Noel por la recomendación!

sábado, noviembre 07, 2009

Tiempos que marcan cuerpos

Días complejos, turbados, en los que el desasosiego me incomoda y me hace pensar demasiado. Mi batalla imaginaria contra la depresión me mantiene siempre en vilo, deambulando entre el bienestar que siento casi siempre y el temor de no volver a sentirlo.
Ayer tuve una velada para festejar la visita de un amigo, que hace muchos años se fue a vivir a Israel, y de paso, despedir a uno que se va unos meses a América Central.
Desde que padezco depresión, pienso mucho más de lo que actúo y actúo casi siempre sin pensar. Anoche me fue difícil solamente disfrutar el momento con gente, algunos muy amigos, otros no tanto. Los conozco desde hace más de quince años y pareciera que para muchos de ellos el tiempo haya decidido rejuvenecerlos, vuelto cada vez más felices y hermosos. Sobre mi ser, al contrario, pasó demasiado tiempo y dejó marcas de vejez que ya no las puedo borrar...afortunada sería si fuera como las palabras, ésas que sí se lleva el tiempo.
Por segunda vez en mi historia de vida me siento desconforme con mi cuerpo. Desde hace dos años, lucho desesperadamente recuperar los 11 kilos perdidos y ahora que casi logro mi peso natural, pues, ya no es este cuerpo el mismo de antes!
Día complejo y turbado...
El calor no ha decidido aparecerse por estas latitudes, pero sobre mi mesa ya hay un ramo de jazmines. Mi gata lo huele desde el sillón y en cualquier momento, saltará sobre la mesa e intentará comérselo.