Hace varios días ya vi por primera vez dos profundas arrugas en mi frente. No estoy afirmando que aparecieron de repente, aunque fue la sensación que tuve, probablemente estaban ahí desde hace años, cavando fosas para enterrar en forma definitiva mi juventud. Nadie prestó mayor atención cuando lo comenté, pero lo entiendo: todos tenemos un muerto que llorar. Ayer, mientras acomodaba mis rulos motosos, una rebelde cana hermosa y blanca me hacía una irrespetuosa reverencia desde el reflejo del espejo. La arranqué para observar mejor esa prueba irrefutable del pasaje del tiempo. Opté por guardarla en el libro de pintores que me regaló la familia Fournier, justo donde hace más de siete años guardé la rosa que me envió el hombre de hermosos ojos.
jueves, abril 22, 2010
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5 comentarios:
Las arrugas y las canas son las condecoraciones que nos va poniendo la vida, y es un lujo el ir llegando a poseerlas, cosa que no le sucede a cualquiera.
Enhorabuena por tus primeras arrugas y cana, tendrías que hacer una fiesta.
Abrazos.
Subscrevo Ernesto :)
Quedamos vecinos, Sol
Pues brindaré por las arrugas y la cana!...Y además por ese movimiento que quise hacer ayer y no pude. Parece que los años no vienen solos!!!
Las canas nos dan...Problemas. Si somos coquetas intentamos encubrirlas no, porque delaten nuestra edad, si no por pura discreción, para que nadie quiera apropiárselas.
Disfruta de tu primera cana.
Un curioso lugar el tuyo.
Un saludo.
Un lugar muy caótico, Pipermenta. Me alegra mucho que vengas a visitarme. Yo ando observándome mucho ultimamente. Los cambios físicos (porque internamente el tiempo es bastante más lento) me sorprenden diariamente. Ahora además de las arrugas y la cana me encuentro que no puedo moverme como antes, pero nada de intentos de realizar un "grand écart", no, no es eso, sencillamente ya no es lo mismo estirar el brazo para dejar algo sobre la biblioteca...
Un abrazo...pero sin mucho "estiramiento" ;)
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