viernes, febrero 19, 2010

Llueve

Los truenos son bofetadas. Debió haber ofensa para tanto enojo. Esa justa y precisa palabra que no tiene retorno. La prueba es el silencio inmediato anterior a la furia. Silencio absoluto. No hay viento, la respiración misma se hace imposible. Ya está hecho. El daño está hecho. Se siente el corazón rompiéndose antes de la agresión misma. Luego la violencia incontenida.
La prueba son las lágrimas que caen en forma constante, luego. Son lágrimas del agredido, del ofendido, del agresor, del que ofende. Por eso son lágrimas constantes. Por eso caen en la calle, en los plátanos y en mi ventana.

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