"No nos liberaremos de la cueva en la que vivimos atrapados, porque, de hecho, vivimos atrapados en una cueva, si invertimos apenas en el conocimiento de ese proceso que va desde la proyección de la luz a la proyección de sombras. En primer lugar, hay que invertir en la destrucción de las cadenas que nos atan a las paredes de la cueva. Hay que invertir en nuestra propia libertad y autonomía. Una de estas cadenas parece ser, por supuesto, la ilusión de que hay algo que aprender más allá de lo estrictamente necesario y reconocible toque de las cosas. La idea / esencia, el númeno, es la primera de las mentiras útiles que la futilidad de las obras debe cuestionar, pues ninguna realidad existe si no es en la confrontación con el sujeto que la vuelve objeto. Dada la inminencia de la muerte, aún se ve ridículo que perdamos tanto tiempo con el fantasma de la verdad. El fenómeno está ahí delante de los ojos de todos: las arrugas, la flacidez, las manchas de la piel, la corrosión y el descuido, la lengua manchada de grasa de las botas. Gente envejecida por la tierra con su cuerpo empapado con productos químicos. ¿Para qué? ¿Para envenenar a los gusanos cuando les sirvan de alimento?"
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