Los olores me penetran, me poseen, me invaden. Es mucho más que el olor a "magdalenas mojadas en el té" que recuerdan recuerdos: es un aroma que toca, que roza la piel y el espíritu, que posee. Hoy se festeja el día del padre en Uruguay, la gente hace compras, manda tarjetas, entrega regalos, se reúne...Yo recuerdo el olor a transpiración de la gorra de mi viejo, recuerdo ese preciso momento en el que llegaba a casa y se la quitaba para darnos un beso a todas. Recuerdo la alegría de alcanzarle un vaso de agua fría y la recompensa de su mano callosa en la mía y las historias de héroes fantásticos que acompañaban el instante de su reposo en el hogar. Eran historias de gente común como él, gente de manos ásperas de vida difícil, de frente sudorosa y sueños comunes.
Hoy es el día del padre en mi país. Mi padre hace años que ya no está, pero su olor a manos callosas me acompaña, manos cansadas que cuando llegaban a casa siempre tenían olor a callos y amor de padre.
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