lunes, noviembre 23, 2009

Cómo sobrevivir al encuentro de dos despistadas



El jueves pasado (12 de noviembre), luego de varios intentos fallidos, pude finalmente encontrarme con Silvia. Una agradable tarde en la ciudad de Montevideo, que incluyó diálogo verdadero, discusiones sobre literatura, psicología y desasosiegos varios. Claro, con Silvia el paquete cultural es siempre completo, para qué quedarnos con discusiones metafísicas y metacharla si podíamos finalizar con un vernissage y de paso aprender sobre el nuevo estilo de pintura italiano denominado "metropolismo".
Pero no es sobre eso que quiero escribirles, sino de cómo dos personas completamente despistadas, distraídas y atolondradas sobrevivimos a la vida, sin morir en el intento o provocar desastres varios…bueno, de hecho algunos desastres he provocado (y creo que Silvia también), pero eso no viene a colación en este momento.
No solamente vivimos como “perdidas en nuestro mundo” sino que además somos miopes y yo casi sorda, por lo que el nivel de peligro humano que podemos llegar a ser juntas es incalculable.
No había recordado que era tan distraída hasta que pasé ese jueves con Silvia, pero como ahora, los años me atropellan y me estoy convirtiendo en una persona más contemplativa que activa, la he observado y veo casi un reflejo de mi forma de ser.
Yo creo que nos autoconvencemos (al menos yo lo intento) que nuestra inteligencia emocional y racional es tan elevada que “las pequeñas cosas de la vida” son insignificantes y, por tanto, bien vale la pena olvidarse de ellas...aunque sea el sacarse las pantuflas y ponerse los zapatos de tacos. He protagonizado alguna que otra escena absurda en algún hotel de cinco estrellas, en ocasión de algunos talleres que participé en el exterior…pero ¿qué hacer sino tomarlo como una más de mis chapetonadas (esa palabra es de mi madre).
Lo que realmente me conmueve es reconocer, hasta en las más sutiles nimiedades, la misma forma de ser despistada, incluso, en la forma para nada ordenada de guardar el dinero en la billetera y, por ese desorden causado por el poco orden de vivir, confundirnos los billetes por los colores.
Lo extraño es, que a pesar de todo, cuando me reconozco en la forma de ser de Silvia, no dejo de pensar que habemos algunas personas muy especiales en este mundo, que de tan profundas…nos hacen olvidar las más superficiales cosas de la vida…aunque no nos vendría nada mal un “manual de supervivencia”.

PD: Aquí el link de un artículo sobre el artista que fuimos a ver: http://carlos-santiago.lacoctelera.net/categoria/los-amigos

1 comentario:

Christian dijo...

Señorita, que pasa que ya no escribes más? Después de los buenos posts de "Lo absurdo...", "Depresión y creación literaria" o este mismo, ¡queremos más!.
Ànimos y saludos varios.