Los años inevitablemente traen certezas. Si observamos las decisiones y actos que conforman nuestro ser social y político puede uno percibir una coherencia que permanece y se afirma con el pasaje del tiempo. Las decisiones se convierten en las certezas que evidencian nuestro ser.
Existen en mis actos pruebas irrefutables de mi forma de ser humano y femenino. Nada podrá modificar esa esencia, ninguna persona, ninguna tragedia o alegría, ninguna relación exitosa o fracasada, ningún acto de amor u odio. Soy esto que soy: una mujer absolutamente libre. Cualquier acto que atente contra mi libertad de ser quien soy, que intente modificar parte de mi esencia me resulta absolutamente repugnante además de irrespetuoso.
Los años inevitablemente traen certezas. Estas certezas se reconcilian permanentemente con mi ser. Mi ser provoca pasiones u odios (a veces ambos), pero contra uno u otro poco puedo hacer sin violentar mi libertad y ya se sabe lo que pienso de la libertad...
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