martes, mayo 18, 2010

La insostenible levedad del fútbol

Debo decir, un mes antes que comience el Campeonato Mundial de Fútbol, que no logro entender la pasión que siente la mayoría del género masculino por el fútbol. Claro está que no pienso dedicarle ni cinco minutos de mi apreciada existencia en entender el comportamiento del apasionado por este deporte. Hoy se jugó en Montevideo (Uruguay) la final de un clásico entre Nacional y Peñarol, que es exactamente lo mismo que decir entre Bolsos y Carboneros. No, no me pregunten más detalles: los únicos bolsos que me interesan son los Louis Vuitton y en mi casa usamos luz eléctrica, en todo caso alguna vela para ambientar una velada romántica. El día ha girado en torno a este partido. Intenté mantenerme alejada de la excitación masculina y los impertinentes "¿por qué cuadro hinchás?", pero ha sido imposible. Desde el séptimo piso escucho los gritos y aplausos de los carboneros que pasan por 18 de Julio. Desde este lugar y por más descabellado que pueda parecer, reivindico esta misma pasión y energía desperdiciados en 90 minutos, en construir un mundo mejor para nuestros hijos. Sí, ya lo sé, este texto no tiene sexo, ni nexo, ni plexo...pero el fútbol tampoco, ¿no? 

3 comentarios:

hitlodeo dijo...

En el fútbol puede haber sexo Sol. Todo depende de si tienes pareja (esto es fundamental, eso sí, puede ser estable o pasajera) y de que equipo gane, sino es el tuyo malo.
:)))

Caminante dijo...

Reivindicas dedicar el mismo tiempo... sueños que debemos soñar siempre que no nos amargue la triste realidad.
Mi hija se encoragina viendo el despliegue de energía y dinero dedicado a este asunto, la movida de los aficionados para celebrar sus cosas, tanta gente para esto y tan poca para las de enjundia real, las de todos y no sólo estos prefabricados artificiales.
Una puta pena, ya está, me estaba mordiendo la lengua y corrí el riesgo de envenenarme.
Besos desde la distancia física , que no emocional: PAQUITA

Ernesto dijo...

No sólo no me interesa el futbol sino que me produce una especie de rechazo, al igual que con la programación de la televisión. No es nada visceral, simplemente es que me planteo, en ambos casos, los intereses que hacen que estos espectáculos se publiciten de esta manera con el fin de que los ciudadanos desvien su atención de otros asuntos mucho más importantes.