Necesidad, Demanda y Deseo
La necesidad animal implica un organismo en relación directa con su objeto.
Par el hablante esta relación aparece perturbada porque la necesidad debe pasar por el molino de las palabras. En rigor, esto no describe un momento evolutivo, puesto que el lenguaje preexiste al sujeto desde el punto de vista lógico. A los fines de explicación supongamos un sujeto mítico signado por la necesidad que en su camino hacia el objeto se encontrará con el lenguaje. Estará obligado a pedir, a demandar. Hasta sus descargas motrices serán sancionadas como demandas. Lo que podemos decir es que toda respuestas a una demanda implica lenguaje, así como la demanda misma.
La demanda es una articulación significante, el sujeto queda a merced del poder de la lectura del Otro.
La demanda da siempre en el blanco: en el lugar de la falta en el Otro
Esta falta la podemos evocar cuando decíamos que el Otro es el tesoro del significante y no un código de signos.
En toda articulación de una demanda cae un resto : el objeto a, lo que no se articula en toda articulación significante. Este objeto se produce cada vez que se habla, es pura pérdida y no es la pérdida de un objeto que alguna vez estuvo.
La diferencia entre la demanda (D) y la necesidad da por resultado el deseo (d), que tiene su causa en el objeto a. este objeto no está adelante del deseo, por el contrario es la causa del deseo. No es el señuelo del deseo, es la causa, la causa perdida.
Tanto el demandante como el demandado (el que encarna el lugar del Otro) por su sujeción a la demanda se encuentran confrontados con la falta. El primero, por lo que pierde al tener que hacer pasar su necesidad por el desfiladero del significante. El segundo porque más allá de la demanda tendría que responder al deseo.
El que demanda apela a la incondicionalidad del Otro, esto es, a que no esté condicionado por ninguna ley. Lo que encuentra es la condición absoluta que es la ley del deseo. Más allá de la particularidad de cada demanda, ese pedido de incondicionalidad es pedido de amor. El amor aparece aquí ligado al narcisismo y encubriendo la falta. Por el lado del Otro se trataría de dar justamente lo que no tiene. La fórmula lacaniana del amor es justamente : dar lo que no se tiene a alguien que no lo es. El don de amor es una de las respuestas posibles, el otro es el rechazo de la demanda. La única posibilidad entonces que se despliegue el campo del amor es precisamente que haya una falta.
Si la causa del deseo se produce por efecto del significante, es en el Otro, en tanto tesoro del significante, donde estará planteada la cuestión de la causa ; este es el soporte teórico de la sentencia lacaniana : el deseo es el deseo del Otro.
Aun cuando el lugar del Otro esté encarnado por otro sujeto, nunca puede haber verdaderamente intersubjetividades (relación entre sujetos) ya que ambos sujetos no pueden ser tales sin estar referidos al Otro.
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