Un ser humano es un combinado de egoísmo,
sufrimiento y necedad. No conmueve a nadie.
Una piedra no conmueve a nadie. La belleza
es un accidente banal y presupone la muerte;
muchas veces se rodea de sandez, y si nos habla,
puede ser asustador. La inteligencia, refrescante
como una ducha, es buena, en el Estío; pero ahora,
que es Invierno toda la vida, ¿qué lugar atribuir
a la inteligencia? La de sirvienta en las alcobas
de la ganancia. No conmueve, es obvio, a nadie.
La bondad, sí, conmueve. Pero es tan débil
Y tan rara que nadie la escucha. No es fácil,
así, encontrar algo que podamos amar. Yo
he buscado, juro que no sé qué hacer:
todo me parece, hasta la música, producto de una falla.
Voy por esas calles al acaso y no atino a conocer
quien me convenza que muy otra podría ser
la vida. Todo se muestra bajo espejos deformantes,
todo arde en una extraña aceptación. Francamente,
no puedo percibir. Y quisiera tanto, pero tanto,
que alguien me demostrara que no tengo razón.
Traducido por S.M
Original del portugués aquí: Poesia distribuída na rua
sábado, enero 23, 2010
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