No puedo evitar estar enojada. Desde el 12 de enero mi enojo va en aumento, como en aumento van las decenas de imágenes sobre la tragedia de Haití que aparecen en noticieros uruguayos.
Lo ofensivo cuando es visto todos los días deja de ser trágico para convertirse en rutinario y así, dentro de tres meses, cuando ya la dramática situación del país más pobre de América deje de ser noticia para convertirse en una norma, no veremos más imágenes de negros emblanquecidos en polvo de terremoto. En unas semanas no serán rentables para las emisoras de televisión.
Así como nos hemos acostumbrado a ver niños durmiendo en la calle y personas comiendo de nuestros propios desechos y hasta nos indigna ver a estos mugrosos que enfean la ciudad, así dejaremos de interesarnos por las imágenes de la tragedia.
No será necesaria otra calamidad para sustituir nuestra sed morbosa, cuestiones más banales y rutinarias ocuparán nuestras preocupaciones: comenzarán las clases, vendrán las elecciones para Intendente, la plata no nos alcanzará para las vacaciones de invierno, para el cumpleaños de la nena, para el coche nuevo…
Junto a las catástrofes climáticas, el ser humano se revela, quiere ayudar, se dice conocedor de la situación…pero la situación de Haití es así desde siempre, como desde siempre el hombre pasa hambre y nadie se revela contra eso. Los voluntarismos buscan prensa, apaciguar el efímero dolor de una tragedia que en la historia de la miseria también es efímera.
Hoy, en el mismo instante que cientos de voluntarios, que millones de euros, que otros tantos de ojos ávidos de imágenes procuran apaciguar los efectos de la tragedia en Haití, millones de seres humanos están sufriendo los efectos del hambre en el mundo, probablemente cientos de niños están agonizando en este preciso instante, ahora mismo. De ellos nadie habla, por ellos nadie llora, ni canta, ni envía corresponsales. Se mueren solos, agonizando de hambre, enfermedades e indiferencia.
3 comentarios:
A mí tampoco me gustaron nada los pocos informativos que ví.
Pero puntualmente, escuché cosas que no podía creer, en boca de periodistas:
"-Acá uno valora cosas como tener una cisterna de 10 lts. en el baño"
"-Conocimos unos niños que deben caminar 10 cuadras para conseguir agua, y que viven sin televisión!"
¿Esa gente donde vive? No hay que salir de Uruguay para ver ejemplos como ésos.
Me di unA welta por el blog.
Coincido con un idea que creí notar en el perfil: La vida VALE la PENA
Saludos!
A mí me pasa que me cuesta entender el objetivo de corresponsales uruguayos en Haití. Me da la sensación de que no somos tan diferentes (como quisiéramos aparentar) y que nos gusta ver imágenes sensacionalistas...a los programas comprados a la Argentina me remito. He intentado no contaminarme estos tiempos y cada vez veo menos televisión...claro, cuando la prendo y lo único que veo son negros peleando por un poco de agua y comida y estos periodistas uruguayos que mucho no saben qué hacer...la apago inmediatamente.
¡Por supuesto que vale la pena! Deberíamos vivirla con más intensidad, es cierto. De una forma más responsable con uno y con el otro, también es cierto.
Y al final del día, o al comienzo, o a la mitad, darnos un buen gusto...¿que se nos antoja un helado? pues, cómo no!
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